Cerrar una historia

Cerrar una historia

El comienzo de un nuevo año es un momento ideal para proponerse retos. Si bien es verdad que todos los días son un buen momento para empezar un nuevo proyecto, hay momentos que invitan mucho más a ello y este es uno de ellos. Quizás por eso en el último par de semanas he aprovechado para hacer una valoración de mi año pasado y plantearme nuevos propósitos para el año que entraba, y uno de esos propósitos es crearme una rutina de lectura. Sí, ya lo sé, no es la primera vez que me lo propongo, pero eso no importa, porque cada vez que lo he hecho he mejorado un poco más y al final se trata de eso, ¿no? De mejorar pco a poco.

Hace poco leí un libro sobre el proceso creativo que me hizo reflexionar mucho. Hablaba de como los hobbies creativos no tienen la misma aceptación que otra clase de hobbies como, los más habituales, hacer algún tipo de deporte. Escribir, pintar o crear música eran cosas que se hacían casi en secreto y a lo que no solemos reservar un tiempo, sino dedicarle horas robadas cuando todo lo demás ya estaba hecho. Muchas veces nos sentimos incluso culpables cuando le damos prioridad.

Así que me he propuesto ir cambiando el chip. Darle un horario a mi escritura, darle prioridad, principalmente porque lo siento como una prioridad en mi vida. Y me he propuesto también terminar de una vez la historia que tengo a medio escribir desde finales de 2023 —sí, soy así de lenta escribiendo—. Eso, junto con que los últimos meses he estado haciendo las últimos revisiones de otra de mis novelas, me ha hecho pensar en lo que supone cerrar una historia.

¿Cuándo cerrar una historia?

Como os decía, mis últimos meses de escritura han girado en torno a cerrar historias: hacer las últimas revisiones de una y cerrar el primer borrador de otra. Eso me ha hecho darme cuenta de que, para mí, este es uno de los pasos más difíciles a la hora de escribir: darlo por acabado. Y quizás os preguntéis, ¿cuándo se cierra una historia? Pues nunca y mil veces.

Nunca porque siempre se puede mejorar, siempre hay algo que corregir. Mil veces porque hay mil fases que ir cerrando: el primer borrador, la primera corrección, la segunda, la tercera… Y esto solo por tu parte, luego, si entran personas externas, ya sea porque decidas contratar a un corrector o porque una editorial decida editarlo, entonces el proceso continúa. Y es un proceso largo, a veces agotador y quizás la parte más laboriosa, porque al final acabas leyendo tantas veces el mismo libro que las palabras se amontonan en tu cabeza.

Recuerdo que un profesor de escritura creativa decía que, para escribir una buena historia, debías tener una idea borrosa del final, algo lo suficiente concreto para guiar tu cambio, pero no demasiado para no condicionarlo todo. Y este es un consejo que me he esforzado por integrar porque, con el tiempo, me he dado cuenta que, si bien está bien tener una guía —yo siempre trazo esquemas y escaletas—, también hay que dejar que la historia fluya, y escuchar lo que su desarrollo te dice. Por eso, a la hora de crear un primer borrador lo mejor es fluir, ya perderemos los nervios analizando todo en las revisiones.

Otro consejo que escuché una vez de un editor es que, una vez se tiene el primer borrador, se debe guardar en un cajón hasta que te olvides de él, un año dicen muchos, para luego poder volverlo a leer con ojos nuevos y empezar a revisar la historia. Creo que es un error muy común escribir un manuscrito y darlo por acabado cuando solo tienes un primer borrador, yo también lo he cometido, enviándolo a editoriales antes de tiempo, cuando aún quedaba mucho trabajo por hacer.

Algo que he aprendido trabajando como correctora y editora es que, cuanto mejor llegue el manuscrito a una editorial, mejor será el resultado final —además, luego los plazos en la editorial pueden ser ajustados y en algunas fases integrar cambios grandes es contraproducente—. Y entregar un buen manuscrito supone mucho trabajo. Cuando creías que el trabajo estaba hecho al lograr tu borrador completo, llegan las correcciones.

Primero llegan esas revisiones en las que te das cuenta de que algunas escenas no encajan del todo, otras directamente sobran y algunas cosas, sin embargo, se han quedado sin explicar u ocurren de manera muy abrupta. Ver que los personajes son coherentes, que la línea de la trama tiene un sentido y una lógica y que, sobre todo, se expresa lo que buscabas expresar. Después llegan las correcciones de detalles, parece tonto pero es real que a veces de un capítulo a otro se cambia el color de ojos de un personaje, o incluso el nombre de otro secundario. Cuando hay muchas cosas por abarcar, es imposible que no se te pase algo, y por eso es importante siempre que luego pase por otras manos, que otros ojos lo revisen todo, hasta llegar a la fase final, tratar de limpiar erratas. Y es que esto es importante, se va siempre de lo más grande a lo más pequeño: de los problemas de argumento a las pequeñas faltas de ortografía.

Y seamos sinceros, del mismo modo que es importante pasar por todas estas fases, es importante dejarlas ir. No puedes pasarte la vida reescribiendo una escena, ni buscando cada falta de ortografía, hay que soltarlo, pasarlo a otras manos y a otra fase. Y ahí esta la parte difícil, saber que, en su imperfección, hay que dar algo por acabado. Aunque bueno, quizás vosotros seáis de esos que en cuanto tenéis el primer borrador lo veis todo perfecto y no queréis cambiar ni una coma. En ese caso, déjalo reposar y luego corrígelo o envíalo a corregir, es posible que lo necesite.

Cerrar una historia se convierte así de una manera extraña en un proceso mental en el que tienes que aprender a soltar una historia, a desprenderte de sus personajes y a aceptar el desarrollo que has creado. Puede que, años después decidas reeditarla, pero también hay que dejarla rodar y avanzar.

Dicho esto, ¡toca escribir! Porque ese manuscrito no se va a acabar solo.

Una respuesta a “Cerrar una historia”

  1. Avatar de Cómo surgió la historia – Aira Serra

    […] acabar una historia, crear un proyecto y cerrarlo. Algo que, si habéis leído mi entrada sobre «Cerrar una historia», sabréis que me cuesta […]

    Me gusta

Deja un comentario